30 diciembre 2008

De huevos

Cuando estaba embolsando la compra se me han caído los huevos al suelo. Los recojo con esa cara de Peter Griffin tan característica, pero me empieza a chorrear la mano de un liquidillo viscoso. Así que no me queda más remedio que decirle a la cajera "voy a cambiarlos" a lo que me contesta con un simple gesto de "haz lo que te plazca". Me dirijo hacia los huevos, pasando por delante del guardia de seguridad "se me han caído" y éste me dedica una sonrisa. Llego a la estantería de huevos, reemplazo los rotos por los nuevos y le devuelvo la sonrisa al segurata. Meto los huevos en la bolsa, esta vez con más cuidado y emprendo rumbo a casa. Por el camino pienso en por qué he dejado los huevos rotos en la estantería. Fijo que le he jodido la tarde a alguien. Ese liquidillo chorreante al cogerlos, ese mosqueo de tener que ir a cambiarlos al percatarse de que están rotos o esa bronca al llegar a casa si no eres tú el que lo descubres. En fin, soy un huevón.

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